Tuesday, February 28, 2012

John Lennon y Che



Chicago, 11 de agosto de 1966. John Lennon se refugió en una vieja cabina de grabación de radio para estar solo y relajarse. Recién salía de una conferencia de prensa bajo la presión del escándalo desatado por sus declaraciones en marzo al London Evening Standard (aunque en Estados Unidos se conoció esto a través de la revista Datebook) donde afirmó que los Beatles ya eran más famosos que Jesucristo. Situación que en Estados Unidos propició el veto de su música en varias estaciones de radio.

Aquel 11 de agosto, Lennon con guitarra en mano, levantaba su mirada y ante él estaba otra figura de pelo largo y con sueños de libertad. Guevara no sabía cantar pero tomó una guitarra y cantó, más bien gritó canciones sobre los oprimidos y las causas justas. John lo escuchó sin decir palabra alguna y el Che se fue así como llegó. Ni John ni Ernesto comentaron nunca nada acerca de ese extraño encuentro. Hoy se conoce la existencia de aquel miniconcierto secreto, y ya algunos se han aventurado en decir que ese encuentro marcó en definitiva la producción artística de John. Otros hasta han llegado a escuchar fragmentos de aquellos “cantos” del Che en “ Revolución #9 “, del álbum blanco de Los Beatles.

Tuesday, November 8, 2011

NOBLEZAS DE PUTA

Noblezas de puta
Posted by destinocuba on junio 16, 2011 · Dejar un comentario

…porque aunque la gente no lo crea, esas cosas suceden en Cuba.
Joaquín Sabina.
cómo este trayecto y estos parajes han podido confluir en una noche común y corriente, una noche para el olvido, una noche de las que si se recuerdan demasiado pueden llevarnos a la locura o a la incoherencia total.
De La Habana no es lugar para turistas (I)
Se siente bien. Nadie lo reconoce. Ni los dependientes ni los camareros. Ni siquiera la carpetera rubia que hace unos días le dio la bienvenida. Fuma un cigarrillo y sigue con la vista las volutas de humo. Lleva en la cabeza el bombín de siempre. De color negro. Lleva un pulóver también de color negro con un signo de interrogación a la altura del pecho y encima un traje (pantalón y chaqueta) de rayas carmelitas y grises. Luce muy elegante. En la cara, dibujada a lápiz, una sonrisa leve, a punto de quebrarse, pero que a todas luces resulta imposible que se quiebre, imposible que se desdibuje o que se transforme o que simplemente desaparezca.
Pasea por el lobby de un hotel muy viejo, situado donde debiera estar el Nacional, y que quizás sea el Nacional, solo que más enigmático, con menos luces. Lee un periódico, la edición dominical de El País. Hay una historia, hecha por un corresponsal, Mauricio Vicent, de una prostituta cubana. Qué casualidad, piensa, pero luego rectifica.
Es un día impreciso, de un año impreciso, de una década imprecisa, de un país impreciso. Digamos: un 5 de diciembre, de un año de la década del 90´, en un país como Cuba. Un año, a las claras, impar. 1993, o 1995, o 1997. Preferiblemente 1995, aunque nunca podría comprobarse.
Entonces, pues, si enfocamos desde el Malecón, el sujeto sale del hotel y sube la Rampa por la acera de la izquierda. En cada detalle, en las fachadas, en las personas, se perciben los efectos nefastos de algo que si se mira desde un punto de vista histórico podríamos llamarle Período Especial, pero que desde bien cerca podría traducirse como miseria, tristeza, sudor, desorden, y también, detrás de todo, una tenue esperanza, un hambre indomable de salida.
A la altura del Payret (no hay tanda programada pero los lumínicos de los anuncios parpadean a una velocidad inusual), se acerca, contrario a su trayecto, una figura delgada, extremadamente sensual, lo que para Silvio Rodríguez vendría siendo un disparo de tiempo, para Joan Manuel Serrat una frágil doncella, para Pablo Milanés una sombra invencible, pero que para él, para Joaquín Sabina, y para el resto de los mortales, no es más que una mujer espléndida, una mujer magnífica, sin excesos.
Pelo castaño. Esbelta, hasta cierto punto hierática, pero no impenetrable. Nariz suave, ojos temibles, pómulos secos. Considerables caderas. Considerables nalgas. Senos huidizos.
Sabina se detiene. La mujer también se detiene. Le pide un cigarro. Sabina se lo da. Ella le pregunta de qué se ríe y él le contesta que de nada, que ese es su rostro. Ella le dice algo ininteligible, algo así como qué rostro más extraño, y Sabina se toca los labios, hace una mueca parecida al asombro y a los pocos segundos, no sin antes sopesarlo, logra convertirla en placer.
-Tú eres la prostituta del periódico.
La mujer, que hasta este momento ha fumado o ha empezado a fumar con displicencia lo mira sorprendida. No sabe de qué habla.
-Sí, tú eres la prostituta del periódico- y saca la edición dominical de El País y le enseña la crónica de la jinetera, (una historia fantástica, dice Sabina).
La mujer toma el periódico y lo lee. Se reconoce. Repasa lo visto, vuelve y lo mira. No por curiosidad, porque se sabe su vida de memoria, sino por el deleite de verse reconocida en otro cuerpo, en otro espacio distinto por completo al suyo.
Entonces asiente y básicamente repite la crónica, la parafrasea sin artificios, apoyada tan solo en la absorbente comunión de sus recuerdos. Sabina la escucha con sumo interés, o al menos eso se deduce luego de que la invite a un trago y salgan caminando.
Llegan a una cafetería y se sientan en dos sillas plásticas alrededor de una mesa pequeña.
-Fue hace meses –dice-. En un tren. Viajaba de La Habana para Holguín. No sé si sabes dónde queda Holguín. Iba para allá a ver a mi hijo. Lo había dejado con unos parientes. Hacía meses no lo veía. Muchos meses. Le llevaba unas cosas, ya sabes, ropas y algo de dinero. Entonces se me acerca un hombre y empieza a conversar conmigo-. La prostituta dialoga con frases cortas, entre largos intervalos de aire y silencio y respiración acelerada, como si se hubiera arrepentido y no tuviera ganas de seguir. Sabina todavía la escucha. La sonrisa dibujada a lápiz de Sabina también la escucha. –Nunca supe que era periodista. Debí haberlo sospechado.
En todo este tiempo la mujer ha consumido dos cervezas.
-¿Quieres otra?
-Sí, por favor –dice.
Sabina busca otra. Mira a su alrededor y se percata de que desconoce en qué lugar está. Una cafetería al aire libre, evidentemente, pero ignora en qué punto exacto de la ciudad se encuentra la cafetería, y, por tanto, en qué punto exacto de la ciudad se encuentra él.
El dependiente, un mulato joven, lo reconoce. Sabina le dice que no vocifere, le estrecha la mano y toma la cerveza. Por un momento repara en la mujer. Siente que es hermosa. Que no se lo va a decir, pero que es muy hermosa, y lo que se presagia aún peor, siente, lo invade un molesto impulso, una ligera certeza de que sería incapaz de tocarla, de que la estaría estropeando, corrompiendo, aunque él, desde hace rato, no crea en esas cosas, y aunque bien visto resulta imposible, cuando no ridículo, pensar que una prostituta conserva algo de pureza, algo digno de salvarse, algo que otros ya no hayan pisoteado, y vejado y consumido sin sombra de remordimiento o al menos de pasajera amargura.
La mujer agradece, abre la lata de Cristal, y prosigue:
-Entonces el hombre, que era español igual que tú, se sentó a mi lado, en uno de esos vagones oscuros de los trenes y yo pensé que me iba a proponer un trato. Pero no. Solo me tomó una foto y me hizo varias preguntas. A veces en la sombra y a veces en la luz. Las más en la sombra, pero en ocasiones, cuando transitábamos por algún pueblucho o algún batey extraviado las luces develaban su cara, una cara de muerto, una cara del que no quiere intervenir, solo que lo dejen estarse quieto, y sospeché. ¿Qué hace un español en un tren de provincia? Y más ¿Qué hace un español a estas horas de la madrugada en un tren de provincia? Y más ¿Qué hace un español a estas horas de la madrugada en un tren de provincia hablando con una jinetera en vez de, como se suele decir, echar un polvo conmigo?
Luego la mujer sigue narrando, no sin algunos dislates e incongruencias, cómo hubo de contarle al periodista español -Mauricio Vicent-, las peripecias y los obstáculos y las causas que la llevaron a tomar tales derroteros, pues la prostituta es universitaria, estudió ingeniería química, trabajó en un central azucarero del oriente del país, preparó una maestría (sin éxito), cuando de repente llegaron a su vida los invisibles e implacables efectos del Período Especial, aquel torrente pálido de aire, aquella esclusa solitaria, sin eco, y cada vez más reducida.
Sabina intenta relajar el ambiente (a pesar de que la mujer no usa nunca un tono trascendental, ni recubre sus palabras con harapos lastimeros, o, lo que es lo mismo, con risibles trajes. Habla de su vida con una imparcialidad admirable, como si no la estuviera viviendo o como si cualquier posible desenlace la tuviera sin cuidado):
-Se lo he dicho a mi esposa. De acuerdo, en Cuba hay prostitutas, pero están limpias, son universitarias, y son las más bellas del mundo.
La mujer no sonríe. No hace nada. Lo mira como mismo hubiera podido mirarlo si Sabina se hubiera mantenido con la boca cerrada.
Se tensa el ambiente. Pasan una, dos, tres, muchísimas y gélidas nubes sobre los inmutables edificios de La Habana. Pasa un grupo de hombres por la acera. Un barco entra en la bahía. El faro del Morro alumbra vagamente, cada seis segundos, una parte de la ciudad. Después alumbra una estrecha franja de mar y después no alumbra nada o se alumbra él mismo, su mole de piedra, su arquitectura interna.
Entonces, traído de vuelta, sin ambages, Sabina le pregunta a la mujer qué cómo se resuelve su problema. Y ella le responde, tras deslizar sus dedos por el cabello, pero sin demorarse demasiado, que con cien dólares, que cien dólares, corazón, arreglan todos los conflictos.
-Toma, yo los tengo y me gustaría regalártelos.
-No, yo soy una profesional. Si nos vamos a hacer el amor yo te cobro los cien dólares, si no es así no puedo aceptarlos.
Sabina insiste pero la mujer se niega. Así durante varios minutos, hasta que de mutuo acuerdo deciden ir para una discoteca. Luego conversan en voz baja y gesticulan. Sabina prefiere caminar. La mujer opta por un taxi. Al final parece que se abrazan o que se reconcilian y se marchan a pie.
Atraviesan algunas calles, bordean varios edificios en ruinas, varios solares, casas cerradas a cal y canto, decadentes palacetes con rejas cubiertas por el óxido y portones con aldabas de hierro.
Al cruzar Boyeros, frente a la sala Ramón Fonst, un lebrel comienza a ladrarles. Algo, de veras, asombroso. Un lebrel muy sucio. Desgarbado y elegante como todos los de su raza. De aspecto indigente, vagabundo. Parece el dios de los lebreles o el lebrel redentor, pero ambos siguen de largo, y la oscuridad, o más bien la distancia, una distancia que a cada paso se hace más tangible, lo va absorbiendo, se va llevando al animal, muy lentamente, hacia sus misteriosos distritos, hacia sus comarcas habituales.
Bajan por toda la calle G, doblan por Calzada, la mujer le muestra el Amadeo Roldán, pero Sabina ya ha visitado el teatro-auditórium. Llegan a Paseo, tuercen a la derecha y se sumergen en una discoteca contigua al Meliá Cohíba.
Evitan la pista de baile y ocupan una mesa para dos personas bien cerca de la barra. Durante todo este tiempo Sabina ha insistido en que la mujer tome el dinero y la mujer rotundamente se ha negado. Lo que ha llevado a que el ambiente haya vuelto a enrarecerse, y que ninguno de los dos, a estas alturas, tengas demasiadas ganas de acostarse con el otro.
-Anda, toma el dinero –dice.
Silencio.
-Simplemente te lo regalo. Anda, tómalo.
Silencio redoblado.
Entonces se acerca una camarera, aún más bella que la prostituta, y pregunta qué van a tomar. Piden unas copas.
El ruido, la música se torna ensordecedora, pero ninguno de los dos lo percibe.
La camarera se acerca con los tragos. Evidentemente algo va a suceder. La camarera coloca los tragos en la mesa. Evidentemente algo está sucediendo. Sabina saca el billete de cien dólares, se lo enseña a la prostituta, hace que lo mire bien, y se lo da de propina a la camarera.
La música empieza a tomar forma. Una canción que si se escucha mal no dirá nada de lo que se pretende, y que si se escucha bien tampoco dirá nada de lo que se pretende. Una canción que dice muy poco y que apenas sirve para bailar.
Transcurren dos minutos en los que ambos, la prostituta y Sabina, mantienen la prudencia o la lucidez de no emitir palabras ni sonido alguno, cuando la camarera, vista al trasluz de los flashazos de la discoteca, dice que ella no puede aceptar eso, que es mucho dinero y no puede tomarlo.
Justo en ese instante Sabina se encaja su bombín y susurra qué noche más áspera, qué de difícil, dios mío, y la camarera nota, enseguida, cómo le va cambiando el rostro, ojos que se preocupan, labios apesadumbrados, frente turbia, una cara, en fin, como del que sabe le tomará tiempo sobreponerse, una cara de muerto, del que no quiere intervenir, solo que lo dejen estarse tranquilo.
Sin embargo, la prostituta, mientras se alisa los cabellos con soberana paciencia, percibe todo lo contrario, descubre una sonrisa leve, muy fina, dibujada a lápiz y a punto de quebrarse, pero que a todas luces resulta imposible que se quiebre, imposible que se desdibuje, o que se transforme, o que simplemente desaparezca.
Bien lejos, quizás, el lebrel redentor siga ladrando.
Carlos Manuel Álvarez Rodríguez
Foto: Gillen García Ureta

Tuesday, January 11, 2011

Salmo 46:1

Cuando yo, mi hermana y mi hermano eramos jovenes, mi padre opto por matricularnos en un Colegio Privado: El Colegio Presbiteriano.
Yo iba a ingresar en el sexto grado, y mis padres tenian duda de la calidad de los maestros en ese grado en la Escuela Publica, donde los tres habiamos cursado desde el pre-escolar.
Siendo mi padre amigo del Director del Colegio (Jose Ramon Vazquez), y conociendo este de la afinidad laica, no religiosa de mi padre, ambos llegaron al compromiso, de que no tendriamos que asistir, ni a los servicios religiosos, ni a la escuela dominical.
El Colegio era una cosa excepcional, en la disciplina, educacion, riguroso uiforme, etc.
Duramos, creo, alrededor de medio semestre, ya que mi padre no previo algo: La primera clase matinal era Estudios Biblicos.
Un dia chequeando nuestros avances en la Educacion, se dio cuenta que nos sabiamos de memoria versiculos de la Biblia, mas que los conocimientos que teniamos de Geografia o Historia.

Ya han pasado mas de 60 años, y todavia tengo grabado en el "disco duro de mi computadora cerebral" el Salmo 46, que me lo se de memoria todavia:
"Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por lo tanto no temeremos, aunque la tierra sea removida. Bramaran, turbaronse sus aguas....."

Bueno, a lo mejor algun dia me hace falta.. Sabra Dios!

P.R. /(Public Relations)



Relaciones Publicas:
"Es el Arte o Ciencia de establecer y promocionar una relacion favorable con el publico."
"Son los metodos y actividades que se utilizan para establecer y promover una relacion favorable con el publico."
"Es el campo que se ocupa de mantener una imagen publica para hombres de Negocios, celebridades y politicos. Analiza las tendencias, prediciendo las consecuencias, aconsejando y asesorando a los lideres de las organizaciones, implementando programas planificados de accion, que serviran a la vez a las organizaciones y al interees publico."



Me parece que el Comandante en Jefe, esta recibiendo pocos o malos consejos de su Team de Asesores.

En sus ultimas apariciones en ruedas de Prensa y Foto-reportajes, aparece descuidado en su apariencia.
Me parece que no es tan dificil, tener en consideracion, que tener a mano un peluquero, que le haga recortes en su cabellera y en la barba, asi como retocarle las cejas, que esto no es una cosa dificil, y a la vez importante.

Me parece tambien, que cualquier compañia como Adidas o Nike, estarian dispuestos a fabricarles esos trajes deportivos, como los que usa, cortados a la medida, no de sobre-medida com0 los que usa a cada rato. Aparentemente suministrados por el Inder(?).Tambien en colores mas discretos.

Unos espejuelos con armadura de "designer", no estarian de mas.

Pero, lo mas importante, a veces escribe parrafos, que estan incompletos, fuera de posicion o incoherentes con lo que en ese momento describe.
Esos datos han sido sacado del Internet, y yo se de lo que esta escribiendo pues tambien los he leido en la Web.
Ademas se que es lo que esta insinuando pues tengo formateado dentro de mi disco duro, que inevitablemente no se puede borrar, todos sus discursos desde "La Historia me absolvera" hasta sus ultimos discursos antes de que se enfermara.

El problema es que esos discursos, salen publicados en los periodicos nacionales y en el Internet, sin ninguna revision u ordenacion de los datos.
No se si sera la intencion de estos asesores, si es que los tiene, de que esto se publique asi, o es el deseo personal del Comandante.
No se, digo yo.









Friday, January 7, 2011

LA PLAYA DE CAIBARIEN



Tengo recuerdos poco gratos de la Playa de Caibarien.
He visto comentarios en el Internet, de que si esta mal cuidada, que si no tienes las facilidades requeridas, etc.
Me refiero a las Playas de uso publico en la Villa Blanca, no a las Playas en los Centros Turisticos de los Cayos Santa Maria y Los Ensenachos.
Esas si son facilidades "5 Estrellas+"y que son del uso exclusivo de los turistas.
Esto lo puedo constatar, pues he estado en ellas.
En esos comentarios, se olvidan de otros detalles mas importantes.
Me refiero a las Playas de antes de la Revolucion.
No se el estado actual, si es verdad o no, pues en mi ultima visita, no estuve en ella.
He visto el nuevo Malecon, y una nueva carretera que va hasta la Playa. La ampliaron y ahora es mucho mas ancha de lo que era anteriormente.
A la Playa llegabamos en las guaguas que creo que el dueño era "Cachito"(?). Las guaguas salian de la salida del Parque, en la esquina de la Calle Cuba, y seguian el recorrido por la Calle Jimenez, hasta la playa. Algunas eran cerradas, y otras eran abiertas, teniendo acceso por ambos lados.
Otras guaguas hacian el recorrido por la Calle Luz Caballero.
Despues de pasar el Hospital, seguian por la carretera sobre los manglares, y la primera parada era la Playa del Club "Maceo", que era la Sociedad de los mulatos; pues existia el Club "El Porvenir", que era la Sociedad de los negros, pero estos no tenian Playa, y despues le seguia la Playa Publica, que habia que pagar por la entrada, y era una playa visitada por todo el elemento de prostitutas, homosexuales y gente de la buena vida.
Me siguen?
Seguidamente despues de subir la lomita, estaba el "Caibarien Yacth Club", donde bajaban, (si era que viajaban en la guagua) todo el elemento elitista, snob de los "ricos"(?) miembros de las Sociedades de blancos "El Liceo" y la "Colonia Española"
No tengo ningun inconveniente con esto, pues cualquiera tiene el derecho a pertenecer al "Club" o "Sociedad" que quiera.
El argumento mio, es referente a la proxima parada: A la ignominiosa Playa Militar.
A pesar de haber sido una Institucion Gubernamental, en un pais donde por la Constitucion no era reconocida la Descriminacion Racial, (digo, por la Constitucion) esta playa estaba dividida por una cerca desde la entrada hasta la plataforma en medio de la playa, que dividia a "los negros" y a "los blancos", por una legislacion sutil, no escrita. No me acuerdo de que existiera un letrero, explicito donde estuviese escrito: "Unos" para aqui, y "los otros" para alla.
La cafeteria estaba en el medio, donde servian los camareros de un lado y del otro.
La plataforma donde tocaban los musicos cada fin de semana, estaba en el medio, en la parte de "los kauremas", una expresion que usaba Sixto, el pianista ciego de la Orquesta Farach, refiriendose los negros, y obviamente los blancos, eran "los cocos"
Por eso, mi playa favorita, era el Cayo Conuco. La playa tiene muchas piedras y la arena no era mucha. Se iba en unas lanchitas que salian cada 10 o 15 minutos, pero habia un ambiente muy popular. Se reunian blancos, negros, chinos, todos, sin ninguna distincion racial.
He visto, con mucha satisfaccion, que han unido con un terraplen a la ciudad con el cayo. Y que han hecho Bases de Campismo. La carretera estaba un poco deteriorada cuando la visite.
Me parece que deben arreglarla. El Pueblo merece lo mejor.


Thursday, January 6, 2011

KABALLAH


De acuerdo al “Zohar”, un escrito fundamental del pensamiento cabalistico,

el estudio del Torah se puede realizar atraves de cuatro niveles

de interpretacion:


Pershat (literalmente “simple”): Interpretacion directa del significado.
Remez (literalmente “insinuacion”): Interpretacion alegorica atraves de la alusion.
Derash (indagar o buscar ) : Interpretacion religiosa, muchas veces con comparaciones imaginative con palabras o versos similares.
Sod (literalmente “Secreto o Misterio”) La interpretacion interior, esoterica, metafisica, expressed en la Cabala.

(Continuara)

Wednesday, January 5, 2011

EUSEBIO LEAL

Eusebio Leal, para mi es un visionario. Le tengo un gran respeto, y admiracion desde hace muchos años con su proyecto de Restauracion del Nucleo Historico de la Habana Vieja, hoy gracias a sus esfuerzos convertido en Patrimonio Historico de la Humanidad, por sus esfuerzos en la defensa de los valores artisticos y culturales.

Lo oigo muy a menudo, con sus comentarios historicos y culturales en el programa que se transmite desde Cuba, de la Emisora Habana Radio, con su voz suave y devonaire.

Esta reconocido como gran revolucionario y fidelista, pero en su ultima intervencion en el encuentro con intelectuales y artistas, el 29 de Diciembre del 2010, hizo algunos comentarios que a mi entender le traeran algunas criticas con los elementos ultra-izquierdistas del gobierno.

He sobreentendido, el reconocer los valores de muchos escritores, pintores, artistas, que en tiempos anteriores no fueron entendidos o reconocidos y hoy estan consagrados: "escribieron libros y recitaron versos que pudieron ser para algunos practivamente herejias".

He sobreentendido, el reconocer los valores del pasado, "porque era indispensable, para ir al futuro, tomar el hilo conductor del pasado".

En un blog anterior mio, citaba lo de la "Individualidad de los humanos". El lo ha dicho mejor que yo y con mas autoridad: "Porque cada uno de nosotros somos singulares. Y esa singularidad es hoy reconocida. Singularidad en el genero, en la forma de ser y de vivir, en la forma de esperanzar y de soñar."


(Palabras de Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad de La Habana, en el encuentro con intelectuales y artistas el 29 de diciembre de 2010, en la víspera del 52 aniversario de la Revolución cubana.)
"Muchas veces me pregunté cómo en el pequeño pueblo de San Juan y Martínez, vinieron al mundo dos talentos tan extraordinariamente relevantes, y qué temprano se fueron. Eso indica que no hay nada pequeño para ser grande, y que el azar siempre suele dispersar por el universo los talentos, y caen como estrellas en un pesebre, en un bohío, en cualquier parte.
Es por eso que esa nueva generación tiene que ser el centro de nuestra vida inmediata. A nadie se le oculta -quizás se ha dicho tantas veces, que es lo histórico, que es lo importante, sería casi un desliz del oficio que haría impopular el mensaje-, que estamos en un momento muy particular. Hay evidentísimamente una inflexión en este momento, y hay que percatarse de que eso es así. Quizás nunca percibimos tanta inquietud, ni se percibió tanta expectativa, ni tanta esperanza.
Recuerdo que la última capacidad de la monarquía francesa, antes de la Revolución, fue la convocatoria de los Estados Generales, y cuando los convocó se rompieron de pronto a la puerta de la Convención, muchos atavismos de la sociedad y ocurrió un hecho extraordinario: el florecimiento de los que ellos llamaron el árbol de la razón humana. Exactamente igual ocurre hoy.
Hace ya algún tiempo, hace casi dos años, los Estados Generales fueron convocados. ¿Y cuáles eran esos Estados Generales, sino los estados de opinión? Y los estados de opinión reflejaron desde los distintos estamentos de la sociedad una serie de angustias y preocupaciones, cuando casi medio siglo se había luchado por una gran autopsia de la cual todos nosotros hemos sido partícipes, y también, en muchos casos, afortunados testigos.
Era lógico que en medio de esa gran borrasca, ocurriesen hechos a veces impredecibles. Y muchos de los que están presentes nos vimos vapuleados sin estar preparados para un cambio social que sería de jerarquía mundial. Cuando ocurren las grandes revoluciones, el mundo se pone de cabeza. Y es casi un propósito de los revolucionarios el acerbo: todo tiene que cambiar, todo tiene que ser cambiado.
Alguien exclamó que se armaría un rollo de tal magnitud que sería imposible al pasado recomponerlo. Cuando el tiempo devino, resultó que llegamos a la conclusión de que era indispensable, para ir al futuro, tomar el hilo conductor del pasado. Quizás eso se hizo muy evidente para los cubanos, en aquel año crucial de 1968. Se pronunciaron entonces unas palabras que lograron poner en su lugar las estatuas que temblaban sobre sus pedestales: “Nosotros entonces habríamos sido como ellos; ellos hoy, como nosotros”.
Esta realidad, ese pensamiento iluminador, enfrentó a la necesaria presencia delirante de lo jacobino, la prudencia necesaria. Quizás más revolucionaria y radical que la de los que no pensaban igual.
El tiempo ha pasado desde entonces y la inflexión está ante nosotros. Hay que decir, para no caer en parábolas innecesarias, ni hacer hipérboles, después del discurso en la Asamblea del General Presidente, el General Presidente Raúl Castro Ruz se abrió un situación nueva en Cuba, era distinto en la vísperas, a lo que es ahora en las postrimerías.
Yo me preguntaría: ¿qué debemos y que tenemos que hacer nosotros, inquietos pensadores, pintores iluminados, artistas que han logrado hacer lo que se han propuesto hacer? A veces con incompresibles, a veces soportando juicios equívocos, pero a nadie se le pidió que hiciese la interpretación fría de la realidad, y que la trasladase a la Literatura, al arte de la pintura, a la música, a la poesía, a la propia arquitectura.
Cuando muchos lloraban en el mundo porque las escuelas de arte, estaban quebrantadas, en un debate internacional en el que había tantos que criticaban la supuesta desidia sobre esos monumentos que serían la obra más representativa de nuestro tiempo, se me ocurrió pensar en la bella imagen de la crisálida y la mariposa. ¿Qué era más importante, en última instancia? Una montaña de ladrillos o la mariposa que había volado del interior de aquellos espacios.
Todo cuanto valía en la música, en la danza, en el pensamiento, había surgido precisamente del seno de la hermosa crisálida ruinosa. El tiempo nos ha demostrado que fue muy importante vivir para verlo.
Cuando hace unos días celebrábamos el 90 aniversario de Alicia (Alonso), resulta que para muchos era quizás -y ahí no hay quien no lo piense- la perseverancia de vivir, de sobreponerse a las limitaciones físicas, sobreponerse inclusive a la percepción de la realidad. Yo recordaba un pensamiento de Dulce María (Loynaz), quien me dijo una vez: “Cuando se vio, queda una luz interior que nos permite interpretar las cosas. Entonces no importa dejar de ver. Lo importante es que hay quienes ven y no entienden. Hay quienes escuchan y no oyen.”
Es por eso que hoy tenemos que escuchar y sentir. Y quizás nuestra máxima urgencia es pensar que cada uno de nosotros está rodeado de quienes nos han de dar continuidad y nos han de defender con la misma fortaleza lo que nosotros hicimos en nuestro momento.
Cuando la Nueva Trova impulsó en sus melodías y en sus poemas el pensamiento de su generación, muchos no lo entendieron. Hoy están consagrados. Cuando muchos consideraban que la danza era una especie de eco espectral de un pasado elitista, Alicia fue reconocida en el mundo entero y se colocaron laureles al pie de un monumento vivo. Cuando muchos en su momento escribieron libros y recitaron versos que pudieron ser para algunos prácticamente herejías, surgió de su estoicismo y de su lealtad la fortaleza para ser reconocidos.
Por eso en este momento cuando el cine cubano presenta una obra tan bella como José Martí, el ojo del canario, nos sentimos todos muy contentos porque esa obra hermosa no es más que la expresión de obras anteriores, de creaciones maravillosas, de los que hicieron El Mégano, de los que soñaron el Nuevo Cine Cubano, de los que viajaron por el mundo para hacer lo suyo: fue la obra de Santiago Álvarez, de Julio (García Espinosa), de Alfredo (Guevara) -por cierto, en las próximas horas es también su cumpleaños y le enviamos desde aquí un saludo a ese poderoso pensador joven, que supo hacer de su vida un ejemplo de que era importantísimo, además de la sabiduría, la singularidad.
Porque cada uno de nosotros somos singulares. Y esa singularidad es hoy reconocida. Singularidad en el género, en la forma de ser y de vivir, en la forma de esperanzar y de soñar. Yo creo, verdaderamente, y lo digo con convicción, la hora de Cuba actual no sería suficientemente esperanzadora, si ustedes no estuviesen convencidos en su corazón de que esta es la oportunidad.
El Presidente no dijo “es quizás la última oportunidad”, sino “esta es la última oportunidad”. Cuando lo dijo hizo una apelación a muchos, a millones, pero particularmente a quienes nosotros representamos. Creo que nuestro deber más profundo y más grande es hacer el último esfuerzo para que nuestro tiempo no se pierda.
No puede haber Restauración, como decían los revolucionarios de la Comuna de París. No puede haber restauración del pasado, con sus iniquidades, discriminaciones y miserias. No puede haber de ninguna manera regreso de los Borbones, porque sería espantoso para nosotros, tan espantoso como haber perdido el tiempo de una sola vida de cualquiera de nosotros.
Considero, sin egoísmo y egolatría, que nuestras vidas en este sentido han sido importantes. Todos hemos tenido que estar armados durante mucho tiempo para defendernos de un adversario real, pero también para defendernos de esas poderosas fuerzas internas, a veces negativas, a las que se refiere Fidel en el último e iluminado pensamiento sobre el concepto de Revolución.
Cuando releí esas palabras vi que muchos se detienen en el concepto de que “hay que cambiar todo lo que sea necesario cambiar”, pero hay una que es un poco más críptica y enigmática: “había que enfrentar poderosas fuerzas externas e internas”. ¿Cuáles eran las internas? Los que están con la cabeza, pero no con el corazón. Un día le preguntaba un diputado al doctor Raúl Roa en la Asamblea: “¿qué quiere decir usted, doctor, cuando habla ‘estar concorde’?” Estar concorde quiere decir “estar con el corazón”. Viene del latín corde, y quiere decir concorde, quiere decir fraternidad. Pero también quiere decir compromiso.
En este día, cuando el año termina y vamos a comenzar el año 11 estamos a las puertas del puente y del camino. Vamos a atravesarlos juntos. Solos sería imposible. Vamos a acompañar a los que nos precedieron en el tiempo y cuyos sufrimientos e iluminaciones no fueron menos importantes: a los artistas, a los pintores, a los poetas. A los que les tocó vivir otra época.
¿Qué habría ocurrido si en vez de tocarnos vivir ahora hubiésemos vivido en el 68, cuando el Capitán General reunió a los intelectuales y les dijo “el que no está conmigo, está contra mí”, y comenzó la terrible diáspora? ¿Qué habría sido de nosotros si hubiésemos encarnado la suerte de Heredia o de Plácido? ¿Qué habría sido de nosotros si hubiesen recaído sobre nuestra obra tan terribles acusaciones? Algunos que pudieron verse en un momento oportuno en un laberinto de incomprensiones, han logrado, por su tesón, vencerlas, y están aquí. Tienen sobre sus sienes una luminosa corona de laurel y aun sus heridas ya sanadas son, más que lamentos, condecoraciones.
Felicidades a todos y luchemos."
(Publicado el 2 de enero de 2011 en Cubadebate)